Johanna, de 31 años, creció en un hogar donde sus padres vendían drogas, y estuvo expuesta a esta actividad desde temprana edad. Cuando su madre fue encarcelada y las cosas se pusieron difíciles para sus hermanos, ella aceptó llevar a Europa una maleta con drogas, pero en lugar de ello fue obligada a tragar 84 paquetes de cocaína envueltos en látex, lo cual casi le cuesta la vida. Fue encarcelada en Venezuela, pero al ser liberada cayó de nuevo en el negocio. Actualmente cumple una sentencia de seis años y seis meses por vender marihuana.
Estas portadoras de droga ponen sus vidas en grave riesgo y terminan en prisión, mientras que los grandes narcotraficantes permanecen libres.
Johana, de 31 años, es la hija de un consumidor de drogas y de una trabajadora sexual. Desde temprana edad, ella y sus cinco hermanos estuvieron expuestos al tráfico de drogas.
A los 13 años, Johanna limpiaba casas a cambio de arroz y azúcar para su familia. Las drogas estaban en todas partes, especialmente en la casa, y empezó a usarlas.
A los 14 años, su mamá la envió a un internado para alejarla de la casa y ayudarla a dejar la droga.
Eventualmente, su madre fue enviada a la cárcel y las cosas empezaron a ponerse difíciles para sus hermanos. Ella aceptó llevar una maleta llena de drogas a Inglaterra vía Venezuela.
Pero las cosas no salieron como ella se lo esperaba.
Ella empezó a entrar en pánico. Cuando intentó rehusarse, él amenazó a su familia. No había escapatoria.
La llevaron a la sala de emergencias, donde descubrieron que algunas de las capsulas habían estallado en su estómago.
Ella cayó de nuevo en el oficio de la droga y actualmente cumple una condena de síes años por venta de marihuana.
Demaluí Amighetti es la presidenta de la Asociación Costarricense para el Estudio en Intervención en Drogas. Colabora con diversos proyectos sobre derechos humanos de mujeres y niños, específicamente en tema de violencia, explotación sexual comercial y desarrollo. Dice que historias como la de Johanna son demasiado comúnes.