Vida Después de la Prisión

“J”, de 28 años, es madre soltera de seis hijos. Para mantener a su familia, ella aceptó ingresar drogas a una prisión pero a último momento se arrepintió y entregó las drogas a los guardias de la prisión. Fue arrestada y sentenciada a más de cinco años. J se benefició de una reforma legislatica en el país, y fue liberada tras cumplir sólo cuatro meses en la cárcel, pero el registro de sus antecedentes hace casi imposible que encuentre empleo. Ella no cuenta con apoyo familiar, y no tiene hogar ni trabajo. Este delito figurará en sus antecedentes durante los próximos 10 años. 

En 2014, el Ministerio Público de Costa Rica implementó una reforma administrativa a la legislación sobre drogas para reducir las sentencias a mujeres arrestadas por introducir drogas a las cárceles. El cambio propone reducir el hacinamiento en las cárceles y ofrecer una segunda oportunidad a infractoras de poca monta.

“J”, quien desea permanecer anónima, es una de estas mujeres. Ella está aprendiendo que tener antecedentes penales dificulta la vida una vez fuerza de la cárcel.

Sentencia: 5 años y 4 meses por tratar de introducir drogas a una prisión. Liberad después de 4 meses.

J, de 28 años, es madre soltera de seis hijos. Para alimentar a su familia, ella accedió a introducir drogas una prisión. Parecía dinero fácil. Dice que al último momento, ella le entregó las drogas a los guardias en arrompimiento. No obstante, ella fue arrestada y sentenciada.

“Si no hibera proporcionado para mis hijos… iban a morirse de hambre. Es la plata fácil que siempre conquista a uno, porque uno menos piensa en las consecuencias. Sólo piensas en lo que vas a traer a casa y darles de comer”.

Ella esperó mucho tiempo para su juicio – dos años. Cuando finalmente la juzgaron, solo le avisaron con un día de anticipación al día que tenía que presentarse en la corte.

J no soportaba la idea de decirle a sus hijos que iba a ir a la cárcel. Cuando ella llamaba a sus casa y le preguntaban que en donde estaba, ella les respondía que estaba trabajando.

“Yo lloré como un mes, día y noche por mis hijos. Iba a renunciar a todo porque yo decía ‘no puedo’ al oír uno de mis hijos por el teléfono llorando y diciendo ‘mama cuadno sales de trabajar?’ y yo tener que tragarme las lágrimas y decir ‘es que tengo mucho trabajo mi amor. Ya casi'”.

Ella se benefició de la reforma administrativa a las sentencias en Costa Rica, y fue liberada tras cuatro meses en prisión. Pero incluso después de un periodo tan corto, su hija menor no la reconoció.

“Cuando yo me bajé del bus, fue duro verles sus ojitos llenos de lágrimas. Mi hija que ahora tiene tres años me decía: ‘esa no es mamá’, porque fueron cuatro meses sin verme. Y ella se me quedaba viendo y yo le decía ‘sí soy yo, sí soy yo'”. 

Ahora J se encuentra en una situación desesperada, sin ayuda familiar, un techo o un trabajo. Hace poco la desalojaron de su casa. Sus antecedentes penales hacen casi imposible el conseguir un trabajo. Por el momento ella depende de una pensión modesta que recibe del padre de uno de sus hijos y con eso mantiene a sus seis hijos.

“Lo que yo tengo a la mano son US$75 de la pensión de mi hijo y con eso estoy tratando de buscar donde quedarme, por lo menos poder dar eso y después pagar el resto. Pero no se ha podido”. 

Su delito continuara afectando sus antecedentes durante los próximos diez años.

“El papel habla”.

Esta serie de fotos fue creada por la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) con el apoyo del Open Society Foundations.

Productora y Fotógrafa

Jessamine Bartley-Matthews

Entrevista por

Luz Piedad Caicedo, Sergio Chaparro, Zhuyem Molina, and Coletta Youngers

Asistencia Editorial

Kathy Gille, Kristel Muciño, and Coletta Youngers

Agradecimientos Especiales a

Adam Schaffer